Del diputado Herón Agustín Escobar García, derivado de la undécima Conferencia regional sobre la mujer en América Latina y el Caribe, que se realizó del martes 13 al viernes 16 de abril de 2010 en Brasilia

La Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, por medio del oficio número JCP/ JCDS/ AMF/ 0835/ 07072010, hizo del conocimiento de la presidenta de la Comisión de Equidad y Género la aprobación de una delegación incluyente y representativa, como respuesta a una invitación extendida al Congreso de México por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) para participar en el desarrollo de la undécima Conferencia regional sobre la mujer en América Latina y el Caribe, celebrada del martes 13 al viernes 16 de abril del año en curso en Brasilia, Brasil.

La delegación mexicana de legisladores se formó de la siguiente manera: diputados Ana Estela Durán Rico (Partido Revolucionario Institucional, PRI), Elvia Hernández García (PRI), Teresa Incháustegui Romero (Partido de la Revolución Democrática), Lucila del Carmen Gallegos Camarena (Partido Acción Nacional) y Herón Agustín Escobar García (Partido del Trabajo).

Participaron en la conferencia a través de delegaciones Argentina, Brasil, Chile, Perú, Guatemala, Cuba, Nicaragua, Uruguay, Barbados, Belice, Bolivia, Colombia, Ecuador, Paraguay, México, Antigua Barbuda, Costa Rica, Estados Unidos de América, Haití, República Dominicana y El Salvador. También participaron organizaciones feministas de América Latina y el Caribe, como Unifem, Instraw, Cepal y CIM.

Objetivo de la conferencia: Analizar el documento presentado por la Cepal ¿Qué Estado, para qué igualdad?, acerca de los retos y los avances de los gobiernos latinoamericanos y caribeños en materia de género.

Los trabajos se desarrollaron en un panel de alto nivel, cinco paneles de discusión y una sesión especial de Haití-Chile, como sigue:

Panel de alto nivel: ¿Qué Estado, para qué igualdad?

Panel 1. Empleo, responsabilidades familiares y obstáculos socioculturales a la igualdad de género en la economía.

Panel 2. Políticas de desarrollo y tiempo de las mujeres.

Panel 3. El empoderamiento económico de las mujeres: acceso a las tecnologías y a los activos productivos y financieros.

Panel 4. Después de la crisis, ¿qué?

Panel 5. El empoderamiento económico de las mujeres: los grupos más vulnerables.

Sesión especial Haití-Chile: (Re)construir la igualdad.

Por la representación a mi cargo se realizaron dos ponencias, en los paneles 1 y 4, las cuales se anexan al presente.

Como resultado de los trabajos, se elaboraron tres documentos:

Documento I. Resolución de la undécima Conferencia regional sobre la mujer de América Latina y el Caribe sobre la nueva entidad ONU Mujeres.

Documento II. Resolución en solidaridad con la situación de Haití y Chile después de los terremotos.

Documento III. Consenso de Brasilia, en el que se exponen las decisiones finales:

1. Conquistar mayor autonomía económica e igualdad en la esfera laboral.

2. Fortalecer la ciudadanía de las mujeres.

3. Ampliar la participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones y en las esferas de poder.

4. Enfrentar todas las formas de violencia contra las mujeres.

5. Facilitar el acceso de las mujeres a las nuevas tecnologías y promover medios de comunicación igualitarios, democráticos y no discriminatorios.

6. Promover la salud integral y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.

7. Realizar actividades de capacitación, intercambio y difusión que permitan la formulación de políticas públicas basadas en los datos del Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe.

8. Promover la cooperación internacional y regional para la equidad de género.

9. Acoger con beneplácito el ofrecimiento del gobierno de República Dominicana de ser anfitrión de la duodécima Conferencia regional sobre la mujer de América Latina y el Caribe.

Atentamente

Diputado Herón Agustín Escobar García (rúbrica)

Panel 1. Empleo, responsabilidades familiares y obstáculos socioculturales para la igualdad de género en la economía.

Es imprescindible hacer un somero resumen de los foros que sobre los derechos de la mujer se han llevado a cabo, dada su importancia y los contenidos de ellos en el ámbito de su vida en nuestros pueblos.

Estas conferencias tuvieron su origen en junio de 1946, cuando el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas-CEM estableció la Comisión sobre el Estatus de la Mujer para garantizar el autoempoderamiento y la igualdad de género.

De ese entonces a la fecha se han celebrado cuatro conferencias mundiales sobre la mujer. En 1975, en México se adoptó el Primer Plan de Acción Mundial, en el que se realizó un llamado a los gobiernos para que desarrollen estrategias que puedan lograr la igualdad de género, eliminar la discriminación de éste e integrar a la mujer en el desarrollo y en la consolidación de la paz.

En 1980 se celebró la segunda conferencia mundial, en Copenhague, donde se congregaron 145 Estados miembro para realizar el seguimiento del Plan de Acción de México.

Me es grato mencionar que en México se han efectuado diversas adecuaciones al marco jurídico que nos gobierna para introducir aspectos relevantes inherentes a las mujeres, que deben operar en beneficio de su seguridad, salud y educación, por mencionar sólo tres rubros.

La cuarta Conferencia mundial sobre la mujer, celebrada en 1995 en Beijing, ha sido la que mayor participación ha logrado, con más de 189 gobiernos de países; en participantes, incluidos delegados gubernamentales; representantes de las ONG; periodistas del mundo y todas las organizaciones de la ONU.

En marzo de este año se cumplió el decimoquinto aniversario de la cuarta conferencia de Beijing. Dentro del marco de la 54 sesión de la Comisión sobre el Estatus de la Mujer, la Asamblea General de la ONU realizó un seguimiento de los avances por los gobiernos en la aplicación de los objetivos de Beijing.

En esta undécima conferencia regional de Brasilia, uno de los temas prioritarios es “Empleo, responsabilidades familiares y obstáculos socioculturales a la igualdad de género en la economía”.

La pobreza que asuela a la población de nuestros países, en general, y a las mujeres, en particular, por la cultura de iniquidad e injusticia que priva en ellos, tiene su origen en el modelo económico que nos ha mantenido en niveles de pobreza inaceptables.

Esos niveles de pobreza de nuestro pueblo se refieren a la alimentaria, a la de capacidades y a la patrimonial, que en México llegan a 84 millones de los 107 millones, de los que consta el total de población.

La expresión de la pobreza deriva de falta de empleos, empleos mal remunerados y desigualdad de la mujer en su acceso a los mercados laborales, principalmente.

En el caso de las mujeres, también inciden las actividades no remuneradas, como los quehaceres domésticos, o quienes ejercen como trabajadoras familiares sin percibir ningún ingreso o las que habitan en zonas rurales que carecen de ingresos propios.

La proporción de mujeres que desempeñan trabajos remunerados registró un incremento sostenido en nuestra región de 1990 a 2007. En el rango de mujeres de 25 a 54 años creció de 47 a 65 por ciento.

Actualmente, América Latina enfrenta la recién acuñada “crisis del cuidado”, que se refiere a la organización del trabajo remunerado y del doméstico no remunerado, en tanto se mantiene rígida la división sexual del trabajo en los hogares y la segmentación de género en el mercado laboral.

Estas incongruencias se presentan sin que aumente la participación masculina en las labores domésticas o del cuidado de los hijos, con la agravante de que ni el Estado ni el mercado asumen de manera plena la responsabilidad social que les corresponde.

El promedio de horas que las mujeres destinan diariamente al trabajo no remunerado varía de 5 en Uruguay a más de 7 en Guatemala, contra menos de 2 horas de los hombres en ambos países.

En México, entre 2000 y 2007 la carga de trabajo de hombres y de mujeres fue respectivamente de 8.27 y 9.33 horas, lo que indica la desproporción de unos y otras. Una mujer en México laboró un promedio de 7 horas diarias sin remuneración, mientras que los hombres no rebasan 2 horas de trabajo no remunerado.

El cuidado forma parte del trabajo no remunerado, que incluye tareas en la cocina y la limpieza, aunado a que no cuentan con contratos donde se fijen precios, responsabilidades y beneficios y que consume tiempo que no puede ser empleado en otras actividades.

En párrafos precedentes afirmamos que el modelo económico neoliberal que nos han impuesto los grandes consorcios empresariales y los barones del gran dinero ha empobrecido a la población a tasas insospechadas.

Lo anterior obliga a las mujeres a salir a la calle en busca de trabajo remunerado para ayudar al sostenimiento de la familia, antes que caigan en situación de pobreza en alguno de los niveles mencionados.

El empleo formal, como está concebido actualmente, discrimina a las mujeres, pues no reconoce la carga reproductiva, de trabajo doméstico y de cuidado a la que se enfrentan.

Esto tiene efectos negativos en las trayectorias laborales femeninas y en el acceso a la capacitación y a la seguridad social.

De ahí que representen obstáculos socioculturales para la igualdad de género en la economía.

Hasta aquí se ha presentado el escenario latinoamericano en el que se desempeñan las mujeres de nuestros países, que son negativos para su desarrollo.

¿Como acelerar los cambios que se requieren para que las mujeres tengan un mejor entorno de vida?

El reto que se debe atender es que las mujeres incrementen la proporción de trabajo remunerado en relación con las horas que dedican a las labores de cuidado y domésticas por las que no reciben retribución.

Asimismo, debe involucrarse de manera paulatina, pero sostenida, a los hombres en las actividades domésticas.

Se deben ampliar las oportunidades de ingreso y de empleo de las mujeres. En mi país se han implantado con cierto éxito algunos programas en el presupuesto público con carácter de género.

En 2010 se ejercerán para este fin poco más de 10 mil millones de pesos, 0.3 por ciento del gasto del gobierno.

Reconozco que es un monto muy pequeño, pero hay que admitir que se ha ido avanzando en la materia.

Destacan programas como Acciones para Igualdad de Género con Población Indígena, Organización Productiva para Mujeres Indígenas, el Fondo de Microfinanciamiento a Mujeres Rurales y el Fondo Nacional para Empresas en Solidaridad.

En México, el Partido del Trabajo ha impulsado desde siempre toda iniciativa que propugne la igualdad de género, de ingresos, de trabajos, de salud, de educación, de acceso a los mercados financieros, laborales y de comunicación.

Este plan de acción, aplicable a hombres y a mujeres, a niños y a niñas y a jóvenes adolescentes, lo sostenemos con la premisa de que es indispensable cambiar el actual modelo económico neoliberal por otro que supla las inconsistencias, las deficiencias, el agotamiento y el desgaste del que está en vigor.

Gracias por su atención.

Panel 4. Después de la crisis ¿qué?: apuntes sobre lo que se debe hacer

La pasada crisis financiera dejo secuelas económicas y sociales importantes en todo el mundo, pero especialmente en los países emergentes de América Latina y el Caribe.

En esta breve participación queremos plantear algunas ideas sobre lo que pueden y deben hacer los países de América Latina para hacer frente a las consecuencias que ha dejado la crisis financiera, en particular desde la perspectiva de generar condiciones de desarrollo para las mujeres.

Para 2008, las mediciones hechas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe señalaban que 33 por ciento de la población se puede considerar en pobreza, de los que 13 por ciento estaban en el rango de indigencia.

Estos indicadores son previos al estallido de la crisis financiera que podemos señalar fue de carácter global y que restringió los niveles de crecimiento durante todo 2009, 2010 y aún no se sabe cuando finalizará.

Se está previendo que estos niveles se incrementen en más o menos un punto porcentual, tanto en pobreza como en indigencia, lo que complicará la recuperación de los niveles de bienestar que habían ido mejorando lentamente desde 2002.

Podemos señalar que cada país latinoamericano resintió los efectos de la crisis de manera muy particular y con resultados heterogéneos, aunque se dieron rasgos comunes, como el incremento del desempleo y las actividades informales, mayor falta de empleos y disminución de los niveles de bienestar y menores recursos fiscales para los programas sociales destinados a combatir la pobreza y mejorar los niveles de bienestar.

Nos parece que una de las primeras tareas que deben emprender los gobiernos latinoamericanos es no abandonar las políticas de crecimiento económico que habían instrumentado con cierto éxito, desde principios de la década del 2000.

Se debe seguir impulsando una política fiscal expansiva que rompa con la inercia negativa de las economías nacionales, que destine mayores recursos al gasto público en especial a los programas relativos a la creación de opciones productivas, para los sectores sociales más necesitados y en especifico de las mujeres.

En México la población que esta en condiciones de empeorar su situación económica es superior a 60 por ciento. Ello quiere decir que 6 de cada 10 mexicanos están en peligro de disminuir su nivel de vida y no poder cubrir sus necesidades básicas.

Otro problema al que se enfrenta la población vulnerable es un limitado acceso a la educación y al conocimiento. En mi país, los sectores más marginados tienen un promedio de escolaridad que no llega a los 5 años, mientras que los sectores menos desvalidos llegan a estudiar 10 años.

En este sentido, es más que evidente que mi país debe hacer un esfuerzo sin precedentes por elevar los niveles educativos de la población en general.

Estamos lejos todavía de cumplir la meta que propone la UNESCO del porcentaje del producto interno bruto (PIB) que se debe destinar a la educación, que es de 8 por ciento. México está destinando poco más del 4 por ciento del PIB para este propósito, por debajo de lo que destinan Brasil y Argentina, y a la par de lo que gastan Venezuela y Colombia.

En contraste, el gobierno neoliberal de México privilegia cubrir los compromisos con el gran capital, con los bancos rescatados con recursos públicos, en lugar de destinar estos recursos para fines productivos que incidirán de manera directa en el desarrollo de los mexicanos.

Lo anterior queda más claro si revisamos los indicadores del gasto público por persona. México transfiere a los ciudadanos, vía los programas de corte social, 638 dólares, mientras que Argentina, Brasil y Uruguay llegan a mil 102 dólares.

Es imprescindible que en este punto los Estados de Latinoamérica y el Caribe incrementen la cobertura de los programas sociales. Asimismo, deben implantar políticas de apoyo directo al ingreso de los trabajadores como una medida para incrementar su poder de consumo y de esta forma contribuir a la recuperación del mercado interno.

De la misma forma es indispensable que se instrumente una política de apoyo a los sectores de bajos ingresos a través de los subsidios en los servicios públicos como el agua potable y la electricidad, los combustibles. Sólo de esta manera los grupos sociales marginados podrán destinar mayor porcentaje de su gasto a las necesidades de alimentación, vestido, educación y esparcimiento.

Paradójicamente en México se ha seguido una política contraria a este objetivo, se ha ido incrementando mes con mes el precio de los combustibles, bajo el argumento falaz de que de esta manera se elimina el apoyo a los sectores de altos ingresos que son los sectores que más demandan este producto.

La economía mexicana sufrió una caída de 7 por ciento en 2009. Este hecho implica que millones de mexicanos perdieran su empleo. Se calcula que se deben crear 955 mil empleos tan solo para recuperar los que se perdieron durante el colapso económico. Este es uno de los retos inmediatos que tiene el gobierno de mi país.

¿Qué se debe hacer después de la crisis?

Hasta ahora he señalado algunos elementos de las condiciones socioeconómicas de los países de América Latina y los riesgos que se corren derivados del retroceso económico provocado por la crisis financiera.

Algunos países latinoamericanos han corregido el rumbo económico y han adoptado políticas de fomento y apoyo al mercado interno, reconstruyendo el tejido social y con políticas públicas de corte social abandonadas durante las administraciones de derecha. Tal es el caso de Brasil y Argentina, de Paraguay, de Bolivia.

En este sentido, creemos que ese es el camino correcto. Se deben fortalecer los esquemas de apoyo a las clases trabajadoras y a los sectores marginados.

Se debe tomar en cuenta que hay grupos vulnerables como los niños, las mujeres y los adultos mayores que son los más propensos a caer en condiciones de pobreza.

Hacia ellos se debe dirigir el mayor esfuerzo con políticas de apoyo a su ingreso, de opciones productivas, de salud y educación, de pensión digna para garantizar su desarrollo en su retiro.

Muchas gracias.